En el momento oportuno, con unos pequeños gestos y un mínimo de material disponible, es posible salvar una vida. No es necesario tener una titulación ni unos conocimientos médicos amplísimos: cualquiera de nosotros puede cambiar la suerte de una persona si sabe aplicar una reanimación cardiopulmonar efectiva y es capaz de conseguir un desfibrilador automático.
Cuando el corazón de una persona se para comienza una carrera contra el reloj en la que cada segunda cuenta. En primer lugar, el reconocimiento de la parada cardiorrespiratoria (persona inconsciente que no respira con normalidad) y la activación temprana de los servicios de emergencia a través del 112 nos permiten poner en marcha el mecanismo de salvación para que esa persona pueda recibir cuidados en un hospital. En segundo lugar, sabemos que las compresiones torácicas, aún realizadas por personal no entrenado, nos permiten ganar tiempo hasta la llegada de los equipos de emergencia, pero estas no son suficientes para reiniciar el corazón de una persona en parada cardiorrespiratoria, es en este momento cuando entra en juego un aparato salvador: el desfibrilador automático.
En el paciente adulto, la mayoría de paradas cardiorrespiratorias se producen debido a la fibrilación ventricular, un ritmo caótico del corazón que impide que su latido sea eficaz. A través de una corriente eléctrica, el desfibrilador es capaz de revertir este desorden, devolviendo al corazón un latido ordenado. El desfibrilador automático puede y debe ser utilizado por personal no entrenado y aumenta su eficacia si es aplicado en los primeros minutos de reanimación. Normalmente, su presentación es muy sencilla: consta de dos grandes electrodos que se colocan en el pecho desnudo del paciente, siguiendo la posición de un dibujo indicativo, a continuación, estos electrodos se conectan al aparato mediante una conexión sencilla, será el propio aparato el que analizará el ritmo cardiaco del paciente e indicará si se recomienda dar una descarga o continuar con la reanimación manual. El aparato indicará si la descarga ha conseguido corregir la fibrilación o si es necesario continuar con la reanimación durante otros dos minutos hasta una siguiente descarga.
En Euskadi los desfibriladores automáticos están regulados por el Decreto 9/2015, de 27 de enero, por el que se regula la instalación y uso de desfibriladores externos automáticos y semiautomáticos y se establece la obligatoriedad de su instalación en determinados espacios de uso público externos al ámbito sanitario. Entre otros, están obligados a contar con un DEA los grandes establecimientos comerciales, los establecimientos públicos con aforo superior a 700 personas y los centros educativos con más de 2000 alumnos
Por ultimo, os dejamos el algoritmo de Desfibrilación Externa Automatizada que se recoge en los ” Apuntes para actuar ante una parada cardiaca extrahospitalaria” de Osakidetza.
